Atomka, de Franck Thilliez. La lectura de la semana


Un periodista es hallado muerto en un congelador, en su casa y su compañera está desaparecida. En los fríos días que preceden a la Navidad, Sharko y Henebelle deben investigar esta muerte, pero también, la de otras víctimas, arrojadas vivas a lagos helados. Una serie de delitos en varios años que no se han podido relacionar... hasta ahora. La búsqueda del asesino y el rastreo del paradero de la periodista llevan a investigar en las áreas más contaminadas del planeta, en Nuevo México, en China, en ciertas zonas de Sudamérica. También, como no, en ese lugar prohibido de nombre ominoso: Chernobyl. Y es que al amparo de la energía nuclear, se ha llevado a cabo una investigación que busca superar las fronteras de la muerte... a cambio de recibir altísimas dosis de radiación y de pasar por un congelador y de hacer las debidas comprobaciones en personas que no saben que son cobayas de malos investigadores. Y mientras, el Ángel Rojo que destruyó a la mujer de Sharko parece haber vuelto de la tumba o haber enviado un letal emisario que mata sacando a la luz los demonios que el comisario trata de conjurar. 

Franck Thilliez se ha convertido en un imprescindible en mi biblioteca particular. Lo descubrí con El síndrome E, me fascinó con Gataca, tengo en impaciente espera El ángel rojo y Luto de miel y he esperado ansiosa la publicación de Atomka. No hay duda de que es ya un referente dentro de las historias criminales: la originalidad de sus planteamientos las hacen las favoritas de los aficionados al género. En sus novelas los crímenes son muy muy violentos, brutales. Sin embargo, el autor no se recrea en describirlos con minuciosidad. Tampoco es necesario: pocas palabras bastan para dar a conocer el horror de los asesinatos que investigan Sharko y Lucie Henebelle, la pareja de detectives protagonista de esta serie. Los crímenes más crueles son los de Thilliez. 

Y los protagonistas más atormentados también. Sharko es un profiler esquizofrénico y Henebelle... no le anda muy a la zaga. Ambos llevan a cuestas, más mal que bien, las horribles muertes de sus seres queridos. Infatigables en la caza del criminal, sufren las consecuencias de un tremendo oficio que los pone en el filo de la navaja de la cordura en el que ambos resbalan con facilidad. En las novelas de la serie buscan, sin hallarlo, el remedio que los saque del pozo en el que están. Al menos, se tienen el uno al otro, aunque a veces sea difícil la convivencia entre dos mentes tan maltratadas. También son los más brillantes y los únicos capaces de llegar hasta el final de esos extraños asesinatos que investigan. Quizá por que ya no tienen nada que perder o quizá porque están muy cerca de esa frontera que ya han cruzado sus asesinos seriales.

Pero no son solo la forma de matar y los personajes tan bien trazados lo que llama la atención y atrapa al lector. Es el porqué lo que más da que pensar. Y es que en sus libros los crímenes se realizan en pro de la ciencia. Se mata porque se investiga, porque se experimenta, porque la ciencia no puede esperar y la ética frena el desarrollo. Así, en cada libro de la serie se plantean los abusos de los que escrutan la naturaleza y la vida y desean someterlas:  psicología experimental, la manipulación por medio de imágenes subliminales, la genética o, como en el caso de la que te recomiendo esta semana, la energía atómica y sus (ab)usos. 

Una trama excelente, que atrapa al lector, de la mano de uno de los mejores autores del género. Da miedo pensar qué es la ciencia y qué puede hacer cuando está en las manos equivocadas: el terror al laboratorio te acompaña mientras lees esta novela y se queda contigo cuando la terminas. Compruébalo en nuestra Biblioteca, de la mano de este excelente escritor.

Remedios Herrera Gutiérrez. Sección de Adquisiciones, Préstamo Interbibliotecario e Información y Referencia.

Comentarios

  1. No conozco a Thilliez pero la reseña es tan buena que siento atracción por su lectura, la originalidad e interés de Gataca llevada al cine con crítica desigual, hace aumentar mi deseo de leer ésta novela tan bien comentada. Mi educación superior de Ciencias equilibrada con los años por el estudio de las Humanidades me hace especialmente sensible a eso que Remedios Herrera dice sobre "el terror al laboratorio te acompaña mientras lees la novela y se queda contigo cuano la terminas"

    En momentos en que la Ciencia está perdiendo las ayudas tan necesarias, me preocupan éstas palabras, que si bien son de una novela, deberíamos ser como sociedad vigilantes de los propósitos que se esconden en algunas batas blancas.

    Por cierto hoy he reseñado en mi blog "Los hombres mojados no temen a la lluvia" de Juan Madrid, está a vuestra disposición.

    Buenas vacaciones.

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  2. Querido Siroco. Has tenido la misma idea que muchos con respecto a Gataca: que es la fuente de la famosa película, pero no es así. No eres el único, porque el título es muy distintivo. La persona que hace la reseña también cometió el mismo error, pero pese a no encontrarse la obra de ciencia ficción que esperaba, si que descubrió un autor que merece la pena. Si tu especialidad es la química, Atomka no te defraudará. Y es verdad que es una llamada de atención sobre el desarrollo de la ciencia y los propósitos que se tienen al investigar.
    ¡Anotamos tu reseña para los próximos meses!

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