Márkaris y Jaritos. Leído en otros blogs

Volvemos del veraneo con ganas de un buen thriller. Y para encontrar el adecuado nos hemos ido de visita al blog de nuestro compañero Paco Alba (Un libro junto al mando de la tele) en busca de sugerencias interesantes. Hemos encontrado el adecuado: un autor griego que se ha convertido ya en un clásico y que seguro que te gusta: Petros Márkaris. Como siempre, los libros de Márkaris los puedes leer de nuestra Biblioteca y también, si lo prefieres, de la biblioteca pública más cercana a tu casa 

La primera vez que supe de Petros Márkaris fue por una casualidad absoluta. Haciendo botoneo en la televisión me encontré con el programa literario de La 2, en el que era entrevistada Asa Larsson. La autora no era santo de mi devoción, pero había leído muy recientemente 'Aurora boreal' (que no me gustó nada) y decidí dejarlo unos minutos. Tras acabar una respuesta, el entrevistador le hizo una alusión a "Márkaris, el escritor de novela negra griego". No sé si porque el nombre me sonó bien o por qué, pero el caso es que al día siguiente pasé por la biblioteca, un poco de improviso, y busqué a Márkaris entre las estanterías. Me encontré con un volumen titulado 'Noticias de la noche' y no dudé en sacarlo.

Resultó (nueva casualidad) ser el primer libro de una larga serie protagonizada por el comisario Kostas Jaritos. Los dos primeros párrafos ya me engancharon por completo. Ese "soy un cretino" y "sé que eres un cretino" con el que Jaritos y su ayudante Zanasis se saludaban interiormente cada mañana prometía grandes momentos que, efectivamente, fueron llegando.

Recuerdo estar mañanas enteras en la playa devorando 'Noticias de la noche', aunque acompañándome sin más remedio por un pequeño papel y un bolígrafo, gracias al cual eludía el riesgo de volverme majara ante tanto nombre griego diferente. Una vez salvado este pequeño escollo, estaba ante una novela narrada con un dinamismo envidiable y con un gancho absoluto de principio a fin. Quizá se echase en falta un desarrollo más nítido de la trama, que aun con un desenlace bastante claro, no discurre por un desarrollo precisamente lineal. Pero al margen de su cometido estrictamente profesional, la relación de Jaritos con su esposa Adrianí (un cuadro matrimonial puro y duro) y con su hija Katerina daba también un juego capaz por sí solo de mantener el interés. Por cierto, que buceando ahora por Internet para documentar mínimamente este escrito, me acabo de topar con 'Noticias de la noche', íntegro capítulo por capítulo, así que aquí lo dejo. (En comprobación del 20/11/2014, el enlace ha dejado de funcionar).


No tardé mucho en acometer la siguiente novela de la saga, 'Defensa cerrada', también traducida por Ersi Marina Samará. Cito expresamente a la traductora porque siempre estoy a vueltas con este tema cuando leo a un autor extranjero, y en este caso creo sinceramente (aunque es algo que nunca se puede saber con certeza) que la grandeza de poder leer a Márkaris para un hispanohablante no sería la misma si no fuese esta señora la traductora, al igual que experimenté justo la sensación contraria cuando leí a Asa Larsson (y por eso no recuerdo el nombre de quien hiciese la traducción).


De nuevo aquí Jaritos, un policía diferente, con unas características muy diferentes a las que se presuponen en los personajes que habitualmente desempeñan este cargo y que muy bien podría encajar en lo que se da en llamar un antihéroe (a partir de aquí revelo trama), se ve obligado a investigar un par de crímenes, que en un principio parecen independientes pero que acaban estando fuertemente relacionados. Adrianí y Katerina cobran si cabe un mayor protagonismo en esta entrega, que mantiene la vivacidad de la anterior en cuanto a su forma de ser contada. La enfermedad de Jaritos lo humaniza aun más si cabe, alejándolo al mismo tiempo de los convencionalismos típicos de los comisarios de policía creados por otros autores. 

No obstante, seguí echando en falta una mayor claridad en la trama. Márkaris repite la estrategia de contar las cosas partiendo de un hecho que no es más que un granito de arena dentro de una montaña, para que a medida que Jaritos va tirando del hilo, esa montaña se vaya mostrando, granito a granito, de una forma aparentemente inconexa al principio pero cobrando relación después, aunque al lector le cueste muchas veces captar esa relación. En esta ocasión, además, el también dramaturgo se mete en camisa de once varas llevando la cosa al terreno de la corrupción en el arbitraje de fútbol, en el que quizá podría convencer a los no aficionados a este deporte, pero donde no parece manejarse de una forma demasiado acertada desde el punto de vista de alguien como yo, que consume fútbol a todas horas y más o menos tiene cierta idea de cómo pueden funcionar las cosas desde dentro.

Con estas premisas, decidí dejar a Márkaris y a Jaritos un poco apartados de mis lecturas, aunque a las pocas semanas sentí una especie de necesidad imperiosa de volver a refugiarme en ellos. Leí entre medias otras novelas negras que no me resultaban ni por asomo igual de interesantes, y Jaritos, con sus furtivos suvlakis y la situación completamente impredecible en que había quedado tras el abrupto final de 'Defensa cerrada', ocupaba un lugar privilegiado en mi cabeza. Su siguiente entrega, 'Suicidio perfecto', siempre estaba prestada en la biblioteca y tuve que establecer una reserva, que por fin me permitió hacerme con ella.

Nada cambia, y sin embargo confieso haber disfrutado como un enano y haber paladeado cada párrafo con verdadera fruición, especialmente al principio. El inevitable salto temporal no es nada exagerado y Márkaris consigue situar a su personaje en un contexto familiar que me sigue resultando más interesante que sus propias investigaciones policiales, aunque cada vez a mi parecer entremezcla mejor ambos motivos. Cobran quizá un protagonismo mayor Guikas, el jefe de Jaritos; Uzunidis, su yerno; o Kula, una nueva compañera, y siguen teniendo una participación decisiva otros como Sotirópulos (el periodista todoterreno, que me recuerda a Jorge Javier Vázquez), además de símbolos como los tomates rellenos de Adrianí o el cascadísimo Mirafiori al que nuestro antihéroe no quiere renunciar por nada del mundo. Y la trama, siguiendo el mismo desarrollo que las anteriores, se resuelve sin embargo de una forma magistral.

Ya tengo en mis manos 'El accionista mayoritario', el cuarto libro de Jaritos. En esta ocasión no he querido recorrer riesgos bibliotecarios innecesarios y aunque leeré un par de cosas más antes de ponerme con él, prefiero ser yo el que renueve y no el que reserve. He visto que se publicaron antes una serie de relatos cortos, pero espero que en ellos la acción se centrase más en lo estrictamente criminal y la situación familiar de Jaritos siga más o menos en el mismo punto en que la deja el final de 'Suicidio perfecto', para no tener que andar llevándome muchas sorpresas.

Todos los títulos que he citado más los dos siguientes que componen la serie completa (hasta este momento), 'Muerte en Estambul' y 'Con el agua al cuello', están editados en España por Tusquets. 'Noticias de la noche', además, también por Ediciones B, que fue como yo me hice con él. Tienen una media de entre 350 y 400 páginas, pero es difícil emplear más de una semana en sorberlos.

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