Kafka en la orilla: la biblioteca protagonista de Haruki Murakami

Buscando lecturas para nuestra serie bibliotecaria me encontré con Murakami. Entre las historias del autor japonés hay varias en las que las bibliotecas tienen un papel relevante. Recomendaría echar una ojeada a La biblioteca secreta (con la vuelta del Hombre-carnero, para los que ya han conocen La caza del carnero salvaje), un relato que explora la vertiente terror de las bibliotecas. Pero hoy voy a hablar de Kafka en la orilla, que es quizá el más significativo de sus títulos relacionados con bibliotecas.

¡Qué extraños son los libros de Murakami! En este, por ejemplo, hay una especie de visita extraterreste, un anciano que habla con gatos, una aldea perdida en el tiempo y en el espacio (o al menos, inmóvil en el tiempo), un brujo, un muchacho que oye voces, un bibliotecario que resulta ser bibliotecaria de sexualidad confusa. Una maldición y un cuadro.

En realidad, son dos historias independientes.

Por un lado, en los capítulos impares, conocemos a Kafka Tamura. Un adolescente en fuga con un alter ego llamado Cuervo como consejero y guía. Huyendo de su extraño padre y con el pensamiento en su madre y su hermana desaparecidas (y en sus conversaciones con Cuervo) se refugia en una extraña biblioteca a la que apenas van investigadores. Allí, de la mano de un/una bibliotecaria de sexo y género indefinido encuentra el camino hacia si mismo pasando por un hueco en el tiempo/espacio. Y de paso cumple la maldición paterna en brazos de la directora, y de una chica de paso...

Los pares se centran en Satoru Nakata, que de niño sufrió un extraño episodio de pérdida de conocimiento al más puro estilo Expediente X (ovni incluido) durante el cual perdió también la capacidad de pensar con propiedad. Nakata habla con los gatos aunque no se comunica bien con las personas. Anda en busca de algo que no sabe bien y parece ser un asesino, aunque no tenga consciencia clara del crimen cometido. Nakata tiene una misión que cumplir. Algo malo está por suceder otra vez y tiene que frenarlo como sea.

En realidad, es una sola historia.

Aunque los protagonistas no se encuentran nunca, ambos forman parte de algo mayor y tienen una misión que cumplir, aunque no saben qué es lo que hacen y cuánto importa.. Nakata ha matado al padre de Kafka porque era un asesino de gatos. Kafka huye de su padre por alguna razón, pero llevando a cuestas la maldición de Edipo que su padre cree que tiene. O quizá es Kafka el asesino, y su padre no era un brujo...

Dos historias que van recorriendo cada una en su camino, serpenteando, girando la una en torno a la otra y al revés. Cada una en una búsqueda distinta que, al final, son la misma.

Los cuentos de Murakami son extraños. A veces parece que discurren en dos planos: en el terrestre, de la realidad cotidiana que conocemos y en la que vivimos y, a la vez, en un "espacio/tiempo" metafísico en el que las leyes de la vida diaria no tienen lugar. En sus libros, ambos mundos se mezclan: las cosas más extrañas se aceptan de la forma más natural; los protagonistas viven en esos espacios sin problemas, pero guardan dentro de si cosas que no revelan, a veces, ni siquiera al final del libro: no sabemos porqué se fue la madre de Kafka llevándose a su hermana y dejándolo a él. No sabemos qué le pasó a Nakata en su niñez. No sabemos qué pasó para que la directoria de la biblioteca dejara de cantar. Ni qué esconde Oshima, la bibliotecaria. No importa, porque la narración es siempre tan atrayente que es difícil no seguir leyendo a pesar de los "puede que" que quedan cuando se termina la lectura... con una sonrisa en la cara. 

Nuestra Biblioteca no es como la de Murakami (ni nuestras bibliotecarias son como las de la novela), pero la tenemos en nuestro catálogo.

María Remedios Herrera Gutiérrez. Servicios al usuario