Día del libro 2016. La tierra que pisamos: vuelve la palabra precisa de Jesús Carrasco

La tierra que pisamos es nuestra. Del vencedor que anexionó España al Imperio. Del invasor que la arrebató por la fuerza a sus primitivos habitantes y que se la repartió. ¿Qué pasó con las humildes personas que vivían en los valles y en las montañas?  La señora Holman no lo sabe. No lo ha pensado nunca con detenimiento: a fin de cuentas, el Imperio ha traído la civilización a estos salvajes. ¿Qué sería de ellos sin la labor bienhechora del ejército que comandó su marido? 

Ahora la tierra que pisa en ese remoto rincón de Extremadura es suya. Suya. Y los indígenas españoles son solo esclavos sin derechos que les hacen la vida más cómoda. Un día, un desconocido aparece en sus tierras y se queda en ellas. Va invadiendo su finca, su casa, su tierra (¿o es acaso la tierra de él?) y, poco a poco, silencio a silencio, su forma de ver la vida. Con los murmullos inconexos del loco, Eva Holman va descubriendo que la conquista brilla bajo potentes focos para que no se vean las alambradas de los campos de concentración. Que las medallas de la guerrera de su marido se han conseguido a golpe de crueldad y muerte. Que los refinados modales y la civilización se sostienen con el trabajo de esclavos. Y que su misma vida no es más que la falsedad oscura de la esposa del héroe de la patria que no duda en sacrificar a su único hijo por la gloria militar. El bello adorno del hombre brutal, su más preciada medalla.

Ha vuelto. Por fin he leído el nuevo libro de Jesús Carrasco. Tenía ansia por leer otra historia de este autor que tanto me impactó con Intemperie. Sentía, a la vez, un poco de temor, por si no era tan bueno como el primero, por si me había equivocado al juzgarlo. Pero ha sido abrirlo y ya en la primera página me he sentido aliviada. Ahí está el estilo elegante y preciso. El uso perfecto del lenguaje en el que ni sobran ni faltan palabras y donde cada una tiene su sitio exacto. Un maravilloso puzzle milimetrado, en el que las piezas encajan en un orden preciso para mostrar un cuadro... cruel y duro. Un retrato en blanco y negro de vencedores y, sobre todo, de vencidos que no deja indiferente al lector. un libro en el que la tierra vuelve a ser protagonista. Hermosa y fértil esta vez, pero terrible también.

No soy de lágrima fácil ni me emociono con facilidad. Pero llorar al leer un libro solo me ha pasado con Jorge Amado... y ahora, con Jesús Carrasco. Un nombre que debe figurar ya en los manuales de literatura.

Remedios Herrera Gutiérrez. Servicios al usuario



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