El cuento de la criada. Margaret Atwood

Érase una vez un mundo en el que dar a luz era una proeza. El índice de natalidad se había reducido tanto tanto que había que hacer algo al respecto. En esos momentos, el gobierno no daba con una solución aceptable y la corrupción y la mala gestión llevaron a suspender la Constitución y los derechos básicos. Así, un grupo de Hombres decidieron moverse por su cuenta y poner remedio a lo que estaba mal. Y pensaron que, como antes de estos hechos todo era mejor y estaba mejor organizado, volver atrás sería la solución ideal.

Es en este mundo en el que vivió la protagonista de esta historia. Después del asalto al poder, los Hombres asumieron todos los papeles y tomaron todas las decisiones. La Mujer pasó a estar protegida y cuidada. Sin violaciones, sin falta de respeto, sin necesidad de opinar ni de tomar decisiones. Y en cuanto a los niños... las Mujeres con ovarios fértiles pasan a ser las Criadas: posesiones temporales de los matrimonios que no pueden reproducirse por sí solos y cuya única función es procrear. Hasta el nombre perdían las Criadas para llamar a pasarse según el nombre al que estaban sometidas. Así, nuestra protagonista, de nombre original desconocido, pasa a llamarse Defred, al servicio de Fred. 

Para ninguna mujer es fácil, pero para las Criadas lo es menos. Vientres de alquiler forzoso, están sometidas a las celosas Esposas, obligadas a ver cómo sus maridos se acuestan con otras en las Ceremonias. Son despreciadas por las Martas. Torturadas por las Tías, integristas del nuevo/viejo culto. Vigiladas por todas que analizan al detalle movimiento en busca de indicios de embarazo. Portar la esperanza de un nacimiento en un mundo sin niños no significa un privilegio: la mayor parte de las veces es un desastre. Y es aun más difícil en los primeros tiempos de la vieja/nueva vida pasar del bikini al vestido largo y de la mirada ilusionada del amor a la cabeza gacha y al sexo aséptico y sin placer practicado con público.

Pero a todo se acostumbra el cuerpo y la libertad anterior es como un sueño extraño e irreal difícil de creer que altera los ánimos, favorecido por los caprichos de su comandante, que se complace en mostrarle recuerdos prohibidos de vidas anteriores y en ponerla en situaciones tentadoras que a nada bueno pueden conducir: que se lo digan, si no, a la anterior Defred. A la criada que había antes, y de cuyo destino no se habla en la familia.

Me fijé en esta historia gracias a la serie que actualmente emiten en una plataforma digital. Me atrajo desde el principio y decidí acudir al original en busca de respuestas. Ya sabía de la autora, pero no había leído todavía ninguna de sus obras. Hice una muy buena elección. Entrar en El cuento de la criada es atravesar una puerta a la zona de pensar, el sitio en que meditar sobre la mujer y el papel de la mujer en el mundo actual, en lo que hemos ganado y en lo que queda por lograr. Es inevitable comparar, mientras se va leyendo, nuestras vivencias habituales (pequeñas y nada emocionantes) con las que vive la protagonista de esta historia (pequeñas y nada emocionantes) y terminar comprendiendo, que no compartiendo ese reprimida forma de vida.

De todas formas, debo decirlo, la rebelión anda por los rincones. Escondida en los renglones, viajando en miradas furtivas y en palabras clandestinas, escritas allí donde no se ven. Quizá este 1984 revisited tenga un fin y las mujeres puedan salir, otra vez, a lucir cuerpos y pensamientos. Pero si lo logran o no lo tendrás que descubrir leyendo este estupendo Cuento.

María Remedios Herrera Gutiérrez. Servicio al Usuario.

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