POESÍA E INTERTEXTUALIDAD. De la palma al cerezo, de Ángel L. Montilla Martos
POESÍA E INTERTEXTUALIDAD. De la palma al cerezo, de Ángel L. Montilla Martos, Málaga, Centro Cultural Generación del 27, 2016.
Una de las colecciones de poesía más atractiva publicada por el Centro Cultural Generación del 27 es la que tiene como objetivo reunir la obra de aquellos poetas singulares que, medianamente conocidos por el gran público, han contribuido no solo a enriquecer el panorama poético malagueño de los últimos tiempos, sino también a dotarlo de una especial heterodoxia. Es el caso de nombres como Fernando Merlo, Javier Espinosa, Francisco Cumpián, Rafael León, Miguel Ángel Molinero, Juan Ceyles Domínguez, Francisco Fortuny, Antonio Muñoz Quintana y, ahora, Ángel L. Montilla Martos.
De la palma al cerezo, último título de la colección, reúne la obra (casi) completa de Ángel L. Montilla Martos (una amplia selección de poemas publicados en la mítica revista Tediria entre 1982 y 1984, los poemarios Cincuenta y seis versos (antología porosa) (1984), La dulce faena (1990), Múltiplos de uno (2003), A estas alturas (2011) y A propósito (2013), y los inéditos: Cantos cetáceos, Tres poemas metapoéticos y Tras A propósito (por el momento)). La singularidad del libro viene ya expresada desde el mismo título, un irónico juego que ilustra de forma clara lo que el lector va a encontrar en su interior: el camino que va de La Palma (el controvertido, y pragmático, barrio malagueño) al cerezo, símbolo quintaesenciado de la delicada sutileza oriental: “Hay un secreto / sepultado en la palabra / y con palabras queremos / desenterrarlo. // He aquí el problema.”
Afirma el profesor González Vera en el interesante prólogo que precede a los poemas que la obra de Montilla Martos está fuera de modas y corrientes poéticas, y que bebe directamente de las fuentes machadianas; sin embargo, no por eso el poeta permanece alejado de su tiempo. Porque quizás las características más sobresalientes de la obra de Montilla sean precisamente el sabio (e irónico) uso de la intertextualidad y, sobre todo, su capacidad para integrar de forma personal poéticas contemporáneas de diferente signo. Desde las sentencias de Juan de Mairena, convertidas a veces en agudas greguerías (“El insomne siempre encuentra / un grifo en la noche / que gotea) o ingeniosos haikus (“Un hombre entre dos espejos / se pregunta si es que el alma / no es poco más que un reflejo”), hasta la poetización de la cotidianeidad, vía poesía de la experiencia (“Pasamos un verano cojonudo: / tú alquilabas delfines a Neptuno, / yo guardaba tu risa en caracolas.”)
Son también muchos los juegos intertextuales con títulos de libros, películas, versos ajenos, parodias estilísticas (léanse por ejemplo los Tres poemas metapoéticos)…, que hacen que la lectura de los poemas se convierta poco a poco en un divertido juego de reconocimientos.
Sin embargo, este componente lúdico no puede hacernos olvidar que estamos ante una obra madura y honda (“Adivina, adivinanza / qué futuro nos depara / a los que usamos el verbo / como la última esperanza”) y que sabe utilizar todos los recursos del lenguaje (imágenes, ironías, antítesis, paronomasias…) para hacernos reflexionar sobre los grandes temas de la poesía de siempre. “Aunque a esas alturas / poco te incumba a ti / tu propia muerte y sus aledaños, / procura morirte en primavera. / Así tu ausencia será más leve entre tanta vida”, son los versos finales del espléndido poema “Consagración del verano”, donde por cierto sobrevuelan las sombras de César Vallejo y Juan R. Jiménez.
Y a propósito de las posibilidades de la ironía y de darle la vuelta a las costuras de la vida: “Dime, culebra parlante, / aquel día en el Edén, / el engaño de la fruta / ¿no fue una idea de Él?”
Antonio Aguilar. Catedrático de Lengua Castellana y Literatura, Doctor en Filología Hispánica y Profesor Colaborador Honorario de la Universidad de Málaga. Dramaturgo y poeta, nos guía en este paseo que va De la Palma al cerezo.
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