Una venganza muy "chic". La modista

Si alguien me pidiera clasificar la película "La modista" ("The dressmaker", 2015) dentro de un género cinematográfico determinado me pondría en un aprieto, porque estamos ante una película inclasificable. Es una estrambótica ensalada de diversas influencias. Tiene tintes de spaghetti western, algo de la estética de Tim Burton, una visión del mundo un pelín a lo John Waters (director de culto apodado "el Papa  de la basura" y "el Príncipe de los vómitos", no digo más), también es melodrama romántico y comedia negra surrealista a ratos. Podemos incluso observar cierto toque dickensiano a la hora de plasmar la extraordinaria doblez de algunos personajes del pueblo (la maestra sádica, el alcalde, las señonas "decentes"...) tan caricaturescos como Uriah Heep (aprovecho esta oportunidad para recomendaros la lectura de "David Copperfield").



En la primera escena de "La modista" quedan bien claras sus intenciones: "He vuelto, hijos de puta", exclama Tilly a modo de saludo-advertencia, mientras da caladas a su cigarrillo que, de un blanco refulgente en la oscuridad de la noche, destaca entre sus labios rojo carmín.
Para mí lo mejor de esta película es, precisamente, lo que muchos critican de ella: su caótica mezcla de géneros, sus tonos contradictorios, su exageración, excentricidad, sus situaciones inverosímiles y surrealistas, los personajes sobreactuados. Si sois más bien de películas redondas y definidas, con una lógica interna, una historia racional y personajes contenidos, "La modista" no es una buena elección.


Tilly desea vengar la injusticia cometida contra ella. Su arma es la alta costura, con la que transforma a los paletos de Dungatar, cautivándolos con diseños exquisitios y sofisticados. Todo el pueblo cae rendido ante la moda que sale de su "Singer", mientras ella saborea el poder que esto le confiere. Es un desquite particular: sojuzgar a  puntadas a tus enemigos.

Me encanta Kate Winslet con su pose de mujer de mundo, tan magnética con su mano en la cadera y la otra apuntando al cielo con un cigarrillo encendido. Maravillosa con sus aires de Sofía Loren, su silueta de reloj de arena embutida en vestidos espectaculares. Pero mi personajes favorito, además de Molly, la estrafalaria madre de Tilly (cuya caracterización me recuerda mucho a la mendiga Annie que interpretó Bette Davis en "Un gángster para un milagro") es el policía local, el Sargento Farrat (camaleónico Hugo Weaving), con alma de transformista, que adora en secreto vestirse con los atuendos más variopintos, a cual más barroco, alocado y extravagante.

La historia de amor entre Tilly y Teddy (Liam Hemsworth), el jugador de rugby "cachas" y de buen corazón, está en consonancia con el resto de la película: inverosímil y disparatada. Hay momentos divertidos entre ambos, sobre todo las escenas donde ella debe tomarle medidas para un traje y cuando van al cine a ver "El crepúsculo de los dioses" ("Sunset Boulevard" ) acompañados por Molly.


Si te gusta el cine poco usual, te gustará esta película. Indefinida, absurda, diferente y excéntrica, con sus saltos de un género a otro que confunden al espectador. Ahí, creo yo, reside su encanto.

Tenemos esta película en la mediateca de Turismo con la signatura:  TU8=111/SPE/mod  DVD

Rocío Martínez Bocero. Coordinación BUMA

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