Leído en otros blogs: "El mundo es ansí" de Pío Baroja

Nueva visita al blog de nuestro querido Siroco. Hemos vuelto de las vacaciones con ganas de leerlo y de seguir sus recomendaciones, siempre tan acertadas. Aquí te traemos a don Pío: uno de los mejores en nuestra lengua, para que lo disfrutes en nuestra Biblioteca o en las Públicas, que en todas está.

La literatura de Baroja es la sencillez, el uso de las palabras justas, la economía de medios y la agudeza en el análisis de los personajes. Rodeado de un pesimismo al ser humano, Baroja desarrolla en ésta novela encuadrada en la trilogía llamada de “Las ciudades”, la vida de la protagonista, una aristócrata rusa llamada Sacha que se desplaza a estudiar a Ginebra donde conoce a Vera, una amiga que le acompañará en sus andanzas estudiantiles junto a sus amigos estudiantes, de los cuales uno de ellos judío se llega a casar con ella y con el
que fracasa en su matrimonio.

El estilo de la narración se asemeja al de Dostoievski al que parece Baroja casi imitar en la construcción y la técnica de análisis psicológico de los personajes.

Sacha recoge en ésta afirmación su punto de vista de la vida:

“La vida es esto, crueldad, ingratitud, inconsciencia, desdén de la fuerza por la debilidad (…) ¿Y que hacer? No se puede abstenerse de vivir, no se puede parar…”

Rebelde e incapaz de adaptarse a la realidad Sacha nos va ofreciendo los aspectos de la vida estudiantil ginebrina, los deseos de cambio y revolución, la inadaptación a una realidad que se torna ingrata.

La novela se estructura en tres partes:

La primera parte en Ginebra con, como ya hemos dicho con clara influencia de Dostoievski, la segunda parte en la refinada Florencia donde la influencia de Stendhal también es marcada y una tercera parte en España donde emerge lo mejor de la escritura austera y brillante del Baroja que admiramos.

En España, tras el fracaso de su primer matrimonio con el judío suizo, conoce a un pintor español, Juan Velasco de la que queda prendada. Su vida en España queda resumida en el comienzo del capítulo VII de la tercera parte:

“Mi vida es una vida de movimiento continuo; ir al teatro, al museo, subir a la Giralda, hacer visitas, corretear por las calles.
Una vida así, me parece demasiado exterior, demasiado superficial para que me guste. No sé, la verdad, si podré acostumbrarme.
No comprendo bien la manera de ser española; a primera vista parece que se vive aquí con una gran libertad, pero después se advierte que la moral tiene frenos de hierro.
De la vida informe de Rusia a ésta, tan sometida a reglas estrechas, hay, como se dice, un abismo.
Este es un pueblo con dogma, pero si moralidad, con gestos, pero sin entusiasmo, con franqueza y sin efusión. No lo comprendo bien”

"Gran parte de su manera de ser creo que procede de la falta de hogar. La calle les parece a éstos meridionales el pasillo de su casa; hablan a las novias en la calle, discuten en la calle; para la casa no guardan más que las funciones vegetativas y la severidad.”

Vemos reflejado en éstos párrafos el estilo preciso de un escritor que junto a otros como Unamuno, Valle-Inclan o Azorín, entre otros, constituyó la llamada generación del 98 que tanta influencia tuvo en la literatura española posterior. Una generación que tuvo en el sentido trágico de la vida y en la desesperanza de futuro su fiel.

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