La muerte de Iván Ilich, de León Tolstoi
Si
el sentido de la vida es el preludio de crear historias, dará sentido a la
muerte que hagamos memoria de ellas.
Iván
Ilich yace vencido, reducido y expuesto su cadáver, ya lejos de los conflictos
del alma que tanto le atormentaban, de la mentira envenenada, del odio y del
horror.
Estamos
ante una novela corta de León Tolstoi, que cala profundamente en el lector, que narra la agonía,
sufrimiento y terror del hombre con la muerte, quien concentró su interés en la
vida con una contundente disposición al trabajo, guardador del decoro; quien vivió
entre la nobleza acaudalada y gozó de gran reconocimiento social.
Pero
el comienzo de su enfermedad cambiará el estado de su espíritu. Verá, sabedor
de su desgracia, que la vida se le va día a día de una forma horrorosa e incomprensible
sin poder parar el fin inevitable.
En
estos momentos en que nos hayamos inmersos en un mal sueño adverso, distópico y
aciago, confinados ante el enemigo que nos atenaza y al resguardo de el en
nuestro encierro: ¿nos sirve de ejemplo la muerte del otro para contemplar
nuestra vida?
“Se
ha muerto el otro, y no yo” pensaban o sentían cada uno de los asistentes al
funeral. Así pensamos nosotros en nuestro aislamiento, con el miedo acechando
impasible.
Aprovechemos este tiempo para la contemplación, para corregir los aspectos de nuestra vida mal vivida, interpretando el nuevo paradigma, alentando la vida día a día. No nos hace falta morir para poder hacer el mejor balance de ella.
Puedes encontrar esta interesante lectura en la Biblioteca Universitaria.
Ana Carmen Calderón Cabezas. Biblioteca de Estudios Sociales y de Comercio
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