LA PASIÓN SEGÚN SAN JOAQUÍN Joaquín Brotóns, Pasión y vida (Antología 1977-2017)

En 1979, a las puertas de la famosa “década prodigiosa”, Luis A. de Villena publicaba Hymnica, un poemario destinado a convertirse en referencia indispensable para la poesía homoerótica española contemporánea. Solo un par de años antes, en 1977, un joven poeta manchego, Joaquín Brotóns, iniciaba una aventura poética paralela (igual de valiente y descarada, pero no tan conocida) con Poemas para los muertos, un libro casi de adolescencia en el que ya podemos encontrar versos que son toda una declaración de amor (y de intenciones): 

          Madre, no quiero que tú te pongas triste por mí,
          tú no tienes la culpa de que se me encone cada día el cáncer de la poesía.

A partir de aquí y en solo diez años el poeta va a publicar el grueso de su obra poética: Las máscaras del desamor (1978), Amor, deseo y desencanto (1979), La soledad de la luna (1980), El espejo de la belleza (1982), Poemas del amor ambiguo (1984) y Reencuentro en el sur (1987); luego, desencantado, apenas publicará algún breve cuaderno o poema suelto.

Muchos de los críticos y poetas que se han ocupado de la obra de Brotóns (entre ellos, Ian Gibson, Pablo García Baena, Luis García Montero, Vicente Núñez o Luis Antonio de Villena) coinciden en señalar que su valor principal reside en la capacidad de fusionar literatura y experiencia vital, el disfrute de los placeres carnales con la más dolorida melancolía:

          Vamos, amor, amor mío,
          dame tu mano, tu corazón,
          y ven conmigo al ágape,
          al festejo, al banquete.
          La vida es tan breve,
          tan fugaz y efímera.
          Y el amor
          tan intenso y poderoso.

Y ese es, quizás, el atractivo primordial de esta extensa muestra de su obra poética (significativamente titulada Pasión y vida): rescatar para el lector de ahora unos poemas que retratan como pocos la dorada y contradictoria década de los ochenta. Con muy buen criterio, Pedro A. González Moreno, encargado de hacer la selección de los poemas, añade a los títulos citados algunos textos posteriores y dos poemas inéditos (señal inequívoca de que ese “cáncer de la poesía” seguía, y sigue, paradójicamente, manteniendo vivo al poeta).

La poesía de Brotóns (nacido en 1952, en Valdepeñas) bebe de todas las fuentes de la época en que fue escrita: de los años setenta toma el gusto por el culturalismo y la riqueza expresiva (aunque vía los poetas de Cántico), y de la controvertida poesía de la experiencia (en paralelo con Villena) la inclinación por algunos de sus estilemas más representativos (desde el recurso a la segunda persona a la abundancia de las enumeraciones y la preferencia por la vida nocturna y el alcohol), aunque siempre desde una perspectiva lúdica, desprejuiciada y conscientemente “poética”, lejos de la tópica recurrencia al “malditismo” epidérmico:

          Suelen ser jóvenes y bellos.
          Son los efebos-ángeles de la noche,
          los dioses griegos
          que bajan a beber
          al oasis tropical del placer,
          a mezclarse entre los espejos
          y las luces de neón.

Joaquín Brotóns fue también amigo personal de Pablo García Baena, a quien precisamente dedicó uno de sus últimos y más emotivos poemas, “¿Regresar al sur?”, escrito en 2007 (entre Málaga y Valdepeñas) y publicado en pliego a finales de ese mismo año. En esencia, el texto no es sino una melancólica carta de amor al oasis de libertad que significó la ciudad de Torremolinos (escondida tras ese mítico “sur”) para la comunidad homosexual internacional durante los setenta y ochenta del pasado siglo (un caso de absoluta justicia poética, porque fue allí donde Cernuda situó la cima de su vida tras el fugaz encuentro homoerótico ocurrido en su solitario cementerio):

          Vuelve a tu celda de ermitaño, poeta, 
          y añora en soledad los días dorados del amor juvenil,
          pleno de luz celeste, que se filtraba por los huecos de la pasión
          que viviste intensamente cuando eras feliz y acariciabas 
          los sensuales labios del placer oscuro,
          proscrito por la sociedad bienpensante…

 Al igual que hiciera en su momento Vicente Núñez (cuya vida transcurre en paralelo a la de nuestro poeta), Brotóns, retirado en su ciudad natal, observa hoy, entre cansado y divertido, el devenir de los acontecimientos literarios, esperando tal vez el dulce beso que lo despierte:

          Poco a poco
          te has ido quedando solo,
          anclado
          en tu mediterráneo de viñas,
          como un náufrago.

Pero, para el lector interesado, el mejor acercamiento a su poética quizás resida, oculto, en los títulos de sus libros más importantes: máscara, deseo, amor ambiguo, soledad, belleza y sur. Las seis palabras que mejor definen la poesía, a veces festiva, otras, triste y dolorida, pero siempre osada y valiente, de Joaquín Brotóns:

          Es mi última voluntad…
          que espíritu, alma,
          corazón y esqueleto
          reposen,
          duerman junto a las dulces sirenas,
          abrazados al joven y bello cuerpo
          que tanto amo.

Antonio Aguilar. Catedrático de Lengua Castellana y Literatura, Doctor en Filología Hispánica y Profesor Colaborador Honorario de la Universidad de Málaga. Dramaturgo y poeta, esta semana nos recomienda un valor oculto de la poesía: Joaquín Brotóns (Pasión y vida (Antología 1977-2017), 
Introducción y Selección de Pedro A. González Moreno. Madrid, Verbum, 2017)

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