Un mundo feliz. La lectura de la semana

En el año 632 después de Ford, la humanidad ha logrado la sociedad perfecta. "Comunidad, Identidad, Estabilidad" es la divisa de un Estado Mundial definido en función del consumo que ha terminado por someter la vida. Es la necesidad económica la que determina la pervivencia de la raza.

Debidamente estratificada, el lugar que cada persona ocupa en esa sociedad está asignado desde que es un embrión. No son las capacidades individuales, la raza, la religión o la fama familiar las que hacen que se pertenezca a una casta u otra sino una cuidadosa planificación demográfica. La continuidad está garantizada gracias a que la reproducción se realiza en laboratorios que han eliminado la arbitrariedad de la naturaleza: se planifica el número de mujeres y de hombres que se van a producir, el número de integrantes de cada capa de la sociedad (desde los alfa a los epsilon) está determinado por las necesidades económicas. Un solo óvulo puede dar nueve o diez ejemplares pero controlar la natalidad es sencillo: sólo hay que parar la producción unas cuantas semanas. No se envejece, no hay condicionamientos de raza: todos son iguales... en cada estrato social. Padre, madre, familia, embarazo, parto... conceptos vergonzosos, palabrotas que sonrojan a cualquiera. ¿De veras alguna vez existió eso?

Y eso no es nada en comparación con otros logros. Ahora se condiciona a las personas desde el embrión: se les prepara para desear vivir en un clima cálido o frío, para que estén más cómodos en el vacío del espacio si van a ser mecánicos de naves espaciales, para que amen o detesten. Las técnicas de Pavlov y la capacidad del sueño para asimilar conocimientos completan la formación una vez decantados. Los integrantes de cada casta es feliz en su sitio de la sociedad y no desea ascender en la pirámide. Sólo comprar, adquirir, consumir es una constante en toda la población. Y soma, la droga que ayuda a ser feliz.

En cada capa de esta sociedad perfecta no hay lugar para individualismos, así que cuando uno de los mejores, cuando uno de los Alfa más inteligentes empieza a cambiar su comportamiento y a desentonar entre los demás las cosas empiezan a torcerse para alguien. Sobre todo al ponerlo en contacto con los Salvajes, con los últimos ejemplares de hombres nacidos en libertad, sin condicionamientos. Algo se rompe y uno se plantea si verdaderamente vive en un mundo feliz, o si es en la Reserva donde está la realidad de lo que una persona es.

En este libro, Aldous Huxley presenta una distopía de factura muy clásica: una sociedad no perfecta, no feliz, pese al título. Un mundo futurista descarnado y deshumanizado en el que la pérdida de la conciencia de individualidad ha producido robots de carne, máquinas pensantes que se perpetúan por medios mecánicos en vez de personas. La capacidad de adaptación del ser humano, el pensamiento único que se opone al condicionamiento artificial y la naturaleza, con su fortaleza, frente a una sociedad dominada por las modas y alienada.

Ciencia-ficción, utopía... Clasificar este libro es difícil. Es uno de esos que, cuando los terminas de leer, te dejan pensando. Pero eso es lo que hace que los libros sean realmente buenos: la huella que dejan en el lector ¿No crees?  

Remedios Herrera Gutiérrez. Sección de Adquisiciones, Préstamo Interbibliotecario e Información y Referencia.

Comentarios

  1. Excelente recomendación que debe completarse con las posteriores "1984" de Orwell (1949) y "Farenheit 451" de Bradbury (1952) para tener una buena visión de la literatura fantástica en relación con el concepto de distopía, antónimo de utopía.

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    1. Gracias por recordarnos esas dos novelas, Siroco. "Farenheit..." la teníamos ya en mente y "1984" la añadimos a la lista de futuribles. Excelente recomendación. ¡Gracias!

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