MARILUZ ESCRIBANO, LA POETA QUE RESCATA LA VERDAD DE LA MEMORIA

En el estudio preliminar a esta poesía completa de la que para mí es una autora esencial de la poesía española del siglo XX afirmaba que sólo la verdad nos salva. Sigo pensando lo mismo. En España la literatura ha sido siempre una herramienta ideológica que, quienes han ostentado el poder, han utilizado para crear un estado de pensamiento que fortaleciese la ideología dominante. Desde esta perspectiva han existido tres vías asociadas al espacio de la mujer: por un lado, como musas inspiradoras de la obra del varón; por otro, como creadoras ellas mismas (desgraciadamente, minoritarias en relación a los hombres); y, finalmente, aquellas que han escrito a contracorriente, arriesgándose a ser voz de los vencidos (y especialmente de las vencidas), las que han tomado la palabra para decir aquello que duele y que una mayoría no quiere mirar. Entre esas pocas mujeres valientes, que con la alta dignidad de su palabra asumieron desde el principio que iban a pertenecer a la estirpe de las vencidas, está Mariluz Escribano Pueo.

Mariluz Escribano nació en Granada en 1935. Sus padres, ambos docentes de la Escuela Normal de Maestros, marcada por el ideario de la Institución Libre de Enseñanza, llevaron a su quehacer cotidiano un compromiso con la educación que traspasaba lo profesional y se convirtió en un modo de estar en el mundo. Ese compromiso que al padre, Agustín, le costó la vida; de hecho fue fusilado el 11 de septiembre de 1936 por dos razones: 1) haber contratado, como Director de La Normal a los gremios profesionales en vez de a los grandes empresarios para construir el nuevo edificio que acogería desde 1933 la formación de los maestros; y, 2) por haber denunciado en comisaria, en marzo de 1936, el intento de abusar de una joven por de unos militares borrachos. A esos militares los lideraba José Valdés quien, el 18 de julio de 1936, se autonombró Gobernador Civil y cumplió su juramento de vengarse de Agustín condenándolo a muerte. A la par, a la madre, Luisa, la represaliaron trasladándola forzosamente a Palencia y enajenándole cuentas y bienes. Allí marchó con su hija de un año y una maleta de cartón (“Mi madre es una estatua/ sentada en la maleta,/y un soldado me acuna/con una canción triste”). Sin nada más que un nombre digno que tenía que limpiar y el miedo de que, en cualquier momento, ella pudiese sufriese idéntico destino que Agustín y quedase huérfana la pequeña Mariluz.  

La poética escribaniana hunde sus raíces precisamente en esa biografía que funciona a modo de espejo en el que se refleja el desconsuelo encubierto de millones de españoles. Se ve muy claro  cuando se refiere al inmarcesible dolor de la ausencia omnipresente de la figura paterna  (“Mi padre es un silencio/que observa como crezco./Sus manos me conforman,/me miden la estatura,/la dimensión del cuerpo,/averiguan gozosas/que me elevo en trigal”) o la infinita desolación de una madre que, a pesar de todo, supo educar a su hija en el no-rencor (“el amor fue mi casa, /quiero decir mi madre,/con sus andares lentos,/ con su afanoso amor por ordenar la casa/ y conservar la harina de los racionamientos, /los retales,/ los hilos/y la esperanza intacta”). 

También, en estos seis poemarios que aquí se reúnen se aborda la identidad del yo femenino (“Mi nombre de mujer se deshoja esta noche/sobre un lacerante e infinito silencio”), el necesario restablecimiento de la memoria de los muertos con un tiro en la frente (“Y el silencio se agranda en el silencio,/ y las conversaciones languidecen,/y lloran las palabras y los lutos/por Federico ausente como un muerto,/por tantos muertos con el pecho herido/en las lunas de agosto y de septiembre”) sin olvidar tampoco la consecuencias de la posguerra. Todo ello -y ahí reside su aportación- lo hace desde una rotunda voluntad de concordia (“Después de tantas lluvias/ y  atardeceres lentos,/ ahora es tiempo de paz,/de paz y de memoria”) de ambición de que se repita tanto sufrimiento inútil. Porque la poeta reconstruye el pasado vulnerado para edificar el futuro. 

A los argumentos poemáticos se suma  una rotunda musicalidad impregnando cada verso, un dominio de la métrica infrecuente (véanse sus ‘Sonetos del alba’) y una delicadeza expresiva ajena a retoricismos innecesarios. Por eso Mariluz Escribano, con esta ‘Poesía completa’, se ha convertido en una autora de referencia para cualquier persona que busque la excelencia de la literatura/vida, la conmueve y nos hace pensar(nos), ésa que es capaz de traspasar los silencios cómplices de quienes han ejercido la crítica patriarcal inmovilista que tanto daño ha hecho a la verdadera escritura de las mujeres. 

Remedios Sánchez. Universidad de Granada

Remedios Sánchez, profesora del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Granada, rescata la figura de Mariluz Escribano. Poeta, narradora, profesora, el poemario que hoy nos presenta la profesora Sánchez (Poesía completa editado por Cátedra en 2022) nos devuelve a una figura esencial de la lírica española largo tiempo olvidada que merece la pena conocer y que está presente en nuestra Biblioteca.

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