¿Dónde habitan los monstruos?: los libros de terror

Los fantasmas y las casas encantadas son las primeras imágenes en llegar a nuestra mente cuando pensamos en libros de terror. Mansiones lóbregas, habitadas por espectros y seres terroríficos, restos de las vidas de aquellos que las poblaron y que acabaron muy mal su existencia terrena. Es verdad, nos encantan las historias de miedo, esas que nos hacen mirar a nuestras espaldas cada dos por tres y que no queremos leer de noche por si esos temores se cuelan en nuestros sueños. Y a veces sí que lo hacen. Se cuelan en nuestra mente y nos mantienen despiertos, aferrados al libro, pasando miedo, y disfrutando de esa sensación.

Mansiones y fantasmas: un clásico
Son tantos los autores y tantos los monstruos que no sabemos por cuál empezar. Ellos han estado ahí desde siempre, habitando el imaginario popular en los cuentos tradicionales que oían alrededor de las hogueras las personas sencillas que no sabían de letras escritas; en la mitología clásica, repleta de genios malignos, titanes furiosos y otras criaturas aún más tenebrosas (Euryale, se cuenta, aún vive: ¡guárdate de los hermosos ojos de la Gorgona o los tuyos no volverán a ver la luz!), en la fe con sus demonios ansiosos por hacerse con nuestra alma y sobre todo, en los libros.

Pero los Monstruos no son siempre los mismos. Algunos que durante siglos han logrado que metamos la cabeza debajo de las mantas para que el horror no nos toque, ahora ya no nos asustan. Aparecidos y demonios siguen campando libremente por las páginas impresas de las novelas, pero en el siglo XIX aparece (o mejor reaparece, porque ya existía desde siempre) una nueva estrella en el Olimpo del terror: el vampiro, que asienta sus características gracias a Polidori, a LeFanu y, sobre todo, a Stoker. Malditos en vida y malditos en muerte, ni siquiera la tierra les ofrece descanso y están obligados a no-vivir y a sembrar maldad. A aterrorizarnos en nuestro sueño (y en nuestra vigilia) cada noche, al ponerse el sol.

Pero cuando una estrella asciende, otras inician su caída. Brujas y hechiceros van perdiendo terreno en lo sobrenatural pasando a ser personajes secundarios al servicio de los nuevos ejemplos del mal. ¿Qué no hay que perderse? A los padres vampíricos mencionados, a Lovecraft (terror en estado puro: los Mitos de Cthulhu) y siempre, siempre a Poe. Licántropos y zombies son más tardíos, pero asustan mucho, ¡vaya que si! Recuerda nuestra recomendación de Los caminantes, de Carlos Sisi.

Y están también los Monstruos creados por la vanidad del hombre. El terror tecnológico, el miedo a la ciencia descontrolada, a la mal aplicada, está cada día más presente. El hombre convertido en DIOS que da la vida o que la transforma a su capricho nos llenan de temor. Y la ciencia y la técnica es su vehículo. Por eso temblamos cuando leemos El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde (de Stevenson) y La isla del Dr. Moreau, de Wells (sin contar La guerra de los mundos, que mezcla ciencia ficción y terror). Los aficionados a estremecerse las conocen a la perfección y las disfrutan con enorme placer.

Hoy el género sigue muy vivo. A lo largo del siglo XX, y en lo que llevamos del XXI, no ha perdido ni un ápice de su lustre. Casas embrujadas, vampiros, sectas delirantes, zombies o niñitas con terroríficos poderes sobrenaturales pueblan los libros de Stephen King, un renovador del género: en sus novelas nada es lo que parece, ni los zombies, ni los vampiros, ni las sectas, ni las niñitas, ni las casas (o los coches) embrujados... Son más, mucho más terroríficos de lo que piensas. Y Richard Matheson, Ramsey Campbell  (Los sin nombre es una obra maestra que hace temblar desde las primeras páginas) o Joe Hill (uno de los últimos en editar) no solo están entre los más vendidos, sino también entre los que más miedo dan: escriben sobre tramas clásicas pero también explotan a la perfección el terror psicológico.

Fotograma de la versión americana de The ring (2002)
Y, ¿qué contar de los maestros del terror tecnológico? De Japón llegan los mejores, mezclando la tecnología más puntera y las tradiciones milenarias en una amalgama muy característica de su país de origen. Aunque nos tengamos que contentar con las películas porque no nos llegan las traducciones de los libros. Koji Suzuki, que quizá sea el autor más conocido y que sí tiene traducción al español, es un ejemplo válido: gracias a él, una cinta de video y un teléfono provocan pavor: Sadako Yamamura puede llamarte en cualquier momento si te atreves a ver su película y luego no estarás a salvo: ella viaja por aguas estancadas, por cristales, pantallas y espejos. Una terrorífica Alicia que vive "al otro lado" de un reflejo y que surge de su pozo/madriguera para hacernos enloquecer y morir.

Cubierta de American Psycho
Además, ha aparecido un nuevo miedo: ahora el monstruo ya no es un ser maldito que vaga entre la vida y la muerte, ya no paga por pecados y errores cometidos en vida. Está dentro de nosotros, en la mente de cualquiera. Alienados homicidas aparecen desde antaño, pero este monstruo es más terrorífico aun porque es difícil distinguirlo del vecino de al lado, del compañero de trabajo o de la chica mona que se sienta tres filas por delante en clase. No tiene mirada alucinada, no se comporta de forma extraña, no se ríe a cada segundo sin motivo. Es racional e incluso encantador. A veces no se relaciona mucho con la gente, pero es muy amable y nadie, NADIE podría imaginar que mientras te ayuda a llevar la compra a casa está pensando en cómo descuartizarte lentamente, retrasando una deseada muerte mientras te causa más dolor del que puedas soportar. Y no puedes hacer nada por escapar de la atención del psicópata que se ha fijado en ti.

¿Quién se resiste al subidón de adrenalina que provoca el MIEDO? Nosotros no. 
¿Qué terror es el que más te obsesionó?

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