El Condotiero: el falsario de George Perec.

Gaspard Winckler está al borde de la locura. Se ha decidido, al fin, y se ha escondido en un punto estratégico del sótano en el que lleva años recluido para matar a Anatole Madera, el marchante que lo ha hecho lo que es: un falsario.

No es un falsificador vulgar. Lo que distingue al verdadero maestro del engaño del estafador común está en el genio creador. Copiar es sencillo, una mera cuestión de técnica. Lo que hace Winckler es arte puro: meterse en la piel de los que, antes que él, crearon obras inmortales; asumir sus motivaciones, sus valores, sus puntos de vista, sus vacilaciones y dudas... y plasmarlas en una obra nueva de la que ni el autor original podría dudar la autoría. No es extraño que sus cuadros hayan superado los filtros de la National Gallery, del Prado, del Louvre... Ningún museo importante se ha quedado sin impostura salida de taller clandestino de Winckler. Es sin duda, un maestro en su campo.

Pero no siempre se triunfa. El último proyecto parece sencillo y muy lucrativo. ¿Qué motivo puede haber para no poder ser Antonello da Messina? La obra del siciliano es suave y brillante, delicada en el trazo y muy fuerte en la ejecución. Atraen la mirada y causan un enorme placer a quienes los observan, haciendo que el breve espacio que hay hasta el siguiente cuadro de la galería lo recorramos con una sonrisa. Su aparente simpleza no impide que se transmita la fortaleza de los rostros. Es el caso del Condotiero. ¿Qué mejor cuadro (y personaje) que impostar? ¿Qué tal un Condotiero más joven? ¡Ah! La obra maestra del italiano será también la obra maestra de Gaspart Winckler. 

Pero el viejo soldado se revela un hueso duro de roer. ¿Qué hay en el rostro del Condotiero que un maestro falsario como Gaspard Winckler no puede aprehender? Nada se le ha resistido antes, ningún artista, ninguna época, ninguna manifestación artística. Es difícil contar cuántas piezas surgidas de las hábiles manos del imitador están expuestas. Pero tras una vida dedicada el fingimiento y la impostura, el retrato de un soldado de fortuna se revela como el enemigo que no se pudo vencer, la maestría inimitable que resiste todo acercamiento y que somete a dura prueba la estabilidad mental de Winckler.

El retrato que da título a la novela  es un cuadro fascinante que ha poblado la imaginación de Perec hasta el punto de hacerlo aparecer en muchas de sus obras. Tanto como para hacerlo protagonista de una de sus primeras novelas (inédita hasta 2012): una obra fascinante que nos deja entrar en la mente de un falsario y del artista hacernos partícipes de su proceso creador y adentrarnos, con él en la locura paulatina de la soledad y de la frustración. Una novela de juventud, a veces confusa con su mescolanza delirante  de tiempos verbales y personas, de pasados, presentes y futuros que ayudan a que el lector entre en la mente torturada del falsario vencido. Un torbellino de ideas, planes y repasos de su vida oculta que conducen al momento del asesinato de Madera, el culpable de todo. 

Es inevitable, mientras se lee el libro, no cerrarlo para observar con cuidado la reproducción del retrato que da título a la novela, y que aparece en la cubierta. ¿Quién puede resistirse a esa mirada? Por si acaso, en la Biblioteca te lo dejamos

María Remedios Herrera Gutiérrez. Servicios al Usuario

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