De la Tierra a la Luna. Julio Verne cuenta el viaje más soñado

Cinco semanas en globo, Los hijos del capitán Grant, Viaje al centro de la Tierra, La vuelta al mundo en 80 días. 20000 leguas de viaje submarino... No hay duda de que la literatura de viajes es un punto central en la obra de Julio Verne. En una época en que exploradores y aventureros de todo pelaje iban coloreando los espacios en blanco de los mapas, el prolífico autor p
uso a sus personajes en circulación para descubrir el mundo más allá de sus fronteras naturales. Nadie, salvo él, soñó con poder adentrarse en el interior de nuestro viejo planeta a fin de descubrir las maravillas que guarda. El fondo marino era un mundo vetado que solo vio la luz gracias a la imaginación del francés. Superar la frontera del tiempo en un viaje contrarreloj para dar la vuelta al mundo en frenética carrera... No es extraño que se fijara en la Luna: la inalcanzable.

Me lo puedo imaginar dándole vueltas a la cabeza, ideando cómo lograr que alguno de sus hijos literarios pusiera el pié en el último espacio virgen, haciendo cálculos. ¿De qué punto del planeta podrían partir? ¿Qué velocidad debería tener el cohete para superar la gravedad terrestre? ¿Cuál es el momento más adecuado para realizar la magna empresa? ¿De dónde sacar el dinero para conseguir el objetivo? Pero los cálculos y los datos científicos necesarios no son lo único. Muchas elucubraciones le debió costar que un relato en un espacio cerrado y aislado como es un cohete no aburriera al lector.

Superó el reto con creces, porque el tema dio para dos libros: uno sobre cómo se puso en marcha la empresa y un segundo que daba debida cuenta de lo que sucedió en el espacio. Vistos hoy, los relatos de las aventuras promovidas por el Gun Club (incluido el tercer título de la serie El secreto Maston, bastante más aburrido que los otros dos) son todo un descubrimiento que nos abre los ojos al mundo inquieto del XIX; un siglo prolífico en hombres que abandonaban la comodidad de la civilización para ir en pos de un mundo nuevo, a cualquier coste y sin importar que el resultado final pueda ser fallido. Todo por la ciencia y todo por eliminar barreras, por ampliar el mundo conocido.

Cada vez que releo los libros de Verne me asombra de descubrir entre sus páginas que la imaginación del autor no tenía límites y que su gusto por los nuevos inventos y descubrimientos dieron lugar a las obras de cabecera de todo aficionado a la ciencia ficción. 

Ciencia y aventura: un combinado genial en las manos de Julio Verne. Sobre todo, cuando se mira al cielo porque ¿a quién no le gusta mirar las estrellas? Pruébalas en la Biblioteca.

María Remedios Herrera Gutiérrez. Servicios al usuario

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