LOS DARDOS SIEMPRE DUELEN El dardo en la llaga (poemas porno satíricos), de José Infante

El dardo en la llaga (poemas porno satíricos), de José Infante, Madrid, Ediciones Vitruvio, 2010.

El nombre de José Infante (1946) es sobradamente conocido en el panorama literario malagueño desde que en 1971 obtuviera el entonces prestigioso Premio Adonáis por su poemario Elegía y no. Pero además de poeta, novelista y guionista de televisión, Infante es también un activo animador cultural, y su nombre está detrás de muchos de los acontecimientos poéticos más concurridos de la ciudad. 

Después de títulos tan definitivos en su trayectoria poética (en la que destaca esa personalísima manera de acercarse al movimiento novísimo) como La nieve de su mano (1978), El artificio de la eternidad (1984), El don de lo invisible (1992) o Días sin música (2005), Infante da un vuelco a su poética y publica El dardo en la llaga (2010), probablemente su más heterodoxo y valiente libro de poemas.

Si nadie puede negar que el matrimonio homosexual supuso una conquista histórica, no es menos cierto que su legalización no ha sido más que una forma de institucionalizar la imitación de los modelos heterosexuales, la vía más directa y segura para conseguir la aceptación social. En el camino se pierde, sin embargo, lo que el amor homosexual tiene de más heterodoxo y revolucionario: la reivindicación del placer puro, de la alegría de vivir, de la franca sexualidad, fuera de convencionalismos y ñoños sentimentalismos. Aunque ello conlleve un alto precio: la soledad. 

Esta implícita reivindicación de la marginalidad (políticamente incorrecta y en línea con el también heterodoxo Luis Antonio de Villena) sobrevuela libremente por todo el libro y lleva al poeta a exponer la única verdad, el pleno y absoluto reinado de la pulsión sexual, del deseo: “Solo somos / la pasión que siempre arde, que jamás / se consume, como la hoguera / que se alimenta sola y jamás se termina.”

El libro está dividido en tres cuadernos significativamente dedicados a lugares emblemáticos del mundo homosexual: Torremolinos, La Habana y el barrio madrileño de Chueca. Y cada uno de ellos con características propias y, a la vez, tangenciales: la alegre frivolidad, el amor mercenario y la búsqueda del placer efímero. Los tres cuadernos comparten sin embargo un destino común: la constatación de que el tiempo juega siempre a la contra y que a la postre solo queda la marginación y la soledad: “Pero al final, desengáñate, serás desahuciado, sólo serás basura, / una triste carroza, chatarra / inservible, nada. / En el mejor / de los casos posibles, / te acabarás convirtiendo / en vieja y triste carne de chapero.”

Esta dolorosa e inmisericorde mirada del que ya está de vuelta de todo constituye una durísima lectura (salvada por el humor) del guetto homosexual y sus implacables leyes: “Pudo ser un encuentro memorable… / Si el muchacho, al descubrir / mi pecho y mi culo caídos, / no hubiese salido huyendo, / como si hubiera palpado la auténtica / momia de Tutankamon.” Una evidente vuelta de tuerca a la poética cernudiana (quizás el poeta español que antes habló de forma clara y desprejuiciada del deseo homosexual), quien afirmaba en uno de sus más explícitos y emotivos poemas: “Mano de viejo mancha / El cuerpo juvenil si intenta acariciarlo. / Con solitaria dignidad el viejo debe / Pasar de largo junto a la tentación tardía.” Aunque, claro, eran otros tiempos.

Pero “estos dardos” llegan más allá de la mirada ácida del que se sabe lúcido y conecta también con la aparentemente superada poesía social en el cuaderno dedicado a la ciudad de La Habana. El turístico malecón, poblado de jineteros y lugar de encuentros homosexuales, le sirve al poeta para reflexionar sobre esos caminos paralelos que acaban igualando la exclusión social de los homosexuales con la exclusión económica de los mercenarios del sexo: “Sólo cuando un mulato se acerca, / ofreciendo su cuerpo torneado, / comprendes lo que realmente buscan: / unos dólares y que el tiempo se lleve / el deseo de estar vivo y sin futuro.”

En fin, un poemario valiente, de lenguaje directo y poco acomodaticio que remueve las excesivamente contenidas aguas de la poesía reciente: “Tiene una sonrisa encantadora /y ha perdido los kilos que sobraban / a su culo. Sus ojos son hermosos. / Es bajito pero su pecho es perfecto / y sus piernas potentes. / Lástima que sea además / noctámbula, autista y pastillera.”

Antonio Aguilar. Catedrático de Lengua Castellana y Literatura, Doctor en Filología Hispánica y Profesor Colaborador Honorario de la Universidad de Málaga. Dramaturgo y poeta... nos presenta esta semana del amor más carnal en los versos porno satíricos de José Infante.

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