Historia del ojo, de Georges Bataille. El discípulo predilecto cierra el mes más ardiente.

Vale la primera advertencia. Es MUY FUERTE. Si unas esposas y un sofá mal encarado son lo máximo que has leído, no abras este libro. Ni una página debes permitirte leer, porque no es para ti. Si no imaginas placeres y perversiones más allá de lo que has visto en Emmanuelle; si el rubor tiñe tus mejillas solo de pensar que a alguien se le pueda ocurrir que haya algo más, mejor te olvidas. El libro que esta semana cierra el mes más ardiente es de lo más perverso que te puedas encontrar (con permiso del Divino Marqués, claro está). La Historia del ojo es el sendero que se adentra en lo más oscuro del bosque del deseo, el camino oculto que conduce (en línea directa) a los brazos del Maestro de los placeres diversos. No en vano Bataille es el discípulo predilecto, el niño mimado que más cercano está a las premisas de Sade, y el único que -de verdad- le sigue los pasos. 

Eros y Tanatos van de la mano. En esta historia, Simona y su joven pareja sin nombre se inician en los placeres de la carne por vías muy pero que muy particulares. Perversos y transgresores, para ellos el placer es egoísta, maloliente, brutal. Cualquier sitio, cualquier hora es buena para calmar los ardores; sobre todo, cuando sus obsesiones aparecen. Da igual que haya gente o que estén solos. ¿Quién se resiste? Todo se erotiza en esta novela. Todo es fuente de placer: un plato de leche, huevos, ojos, testículos de toro, montar en bici o la Vía Láctea. Lo habitual no sólo no les satisface, sino que lo desprecian porque es la suciedad lo que provoca sus deseos, como en la brutal corrida de toros en la que orgasmo y muerte (en este caso la de un famoso torero) llegan al mismo tiempo. O en el horripilante final del sacerdote en Sevilla; se le ve el plumero al aventajado aprendiz: La filosofía en el tocador y Los 120 días de Sodoma están muy presentes en este pasaje: Bataille lleva la lección bien aprendida y suma su obra al catálogo de perversiones que es la del Marqués. Sucia, trasgresora, irreverente, sacrílega... Los adjetivos más denigrantes se han utilizado para calificarla, y todos se quedan cortos.

El surrealismo al que se adscribe esta obra, además, llena de símbolos e imágenes el relato que se convierte, así, en ejemplo puro de ese movimiento a pesar de su contenido de alto voltaje. Y aunque cuando se editó no tuviera mucho éxito, su influencia ha sido notable desde que vio la luz. No solo por las imágenes que utiliza (convertidas en clásicas), sino también porque da luz a otras expresiones artísiticas: es imposible ver El perro andaluz tras leer el libro y no darle otro significado a la película de Buñuel y Dalí.

Un libro, en fin, no apto para cualquiera. Pero hoy en día se encuentra siempre entre lo mejor de la literatura erótica. Y por si sientes curiosidad y quieres echar un vistazo a lo más perverso del sexo, lo tenemos en la Biblioteca.

Remedios Herrera Gutiérrez. Sección de Adquisiciones, Préstamo Interbibliotecario e Información y Referencia.

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