The visit: La inquietante visita de M. Night Shyamalan



Soy aficionada al género de terror, tanto en cine como en literatura. Muy aficionada. Y he visto muchas películas de este género: buenas, las menos, porque es un género difícil; malas, una gran cantidad, aunque puedo perdonar la calidad si el conjunto resulta entretenido. 

Expectante y algo escéptica  ante la irregular carrera de este director y guionista de origen hindú, que debutó con el “bombazo” The Sixth Sense (1999) para años más tarde descalabrarse con la aburrida After Earth (2013), confieso con agrado que la película –“The visit”-  me puso los pelos de punta y logró arrancarme más de un grito.

La historia narra la visita de dos hermanos, Becca y Tyler, a sus abuelos, que no conocen, porque su madre dejó de hablarles hace años cuando se marchó, en contra de su voluntad, con un hombre mayor que ella que acabó por abandonarlos. Los niños, traumatizados cada uno a su manera por la ausencia del padre, viajan solos a la apartada granja de Pennsylvania  donde viven los ancianos, que han logrado contactar con ellos a través de Internet.

Este es el escenario de partida de una historia escalofriante, aunque al principio no lo parezca, en ocasiones siniestramente cómica, filmada con una técnica que se hizo muy popular a raíz de The Blair Witch Project y que a mí personalmente no me gusta nada: la supuesta grabación de los acontecimientos por personas aficionadas, al estilo documental. Cuando empieza la película piensas: ¿pero cómo va a dar miedo esto, dos niños haciendo el tonto con una cámara? Esperad a que llegue la escena del pilla- pilla en los bajos de la casa. Un buen director como Shyamalan consigue en una fracción de segundo –con una breve imagen- hacer que un divertido juego de persecución infantil se convierta en la peor de nuestras pesadillas. 

Todo maestro tiene sus ídolos y Shyamalan no es una excepción. Hay un claro guiño a Hitchcock (escena de la mecedora con la abuela enfocada desde atrás, estilo madre de Norman Bates en Psycho), así como al cuento de hadas alemán Hansel y Gretel, recogido por los hermanos Grimm (¿es preciso limpiar el horno de forma tan concienzuda, metiéndose hasta el fondo?). Aunque las escenas exteriores son muy escasas (la mayor parte de la película está rodada en el interior de la casa), el paisaje nevado del entorno recuerda algo al Hotel Overlook (El Resplandor).

Algo raro sucede con los abuelos, pero ni los nietos ni nosotros, espectadores que vemos lo que enfoca la cámara, sabemos aún qué puede ser.  A medida que el metraje avanza nos damos cuenta, cada vez más angustiados, al igual que los dos niños, que la senilidad asociada a la edad no parece ser motivo suficiente para tan extraño comportamiento (¿o sí?). ¿Habrá algo más? ¿una fuerza oscura y perversa que la razón no puede explicar?

Pero por muy terrorífica que os parezcan algunas escenas (limpieza del horno, lo que sucede tras la puerta pasadas las nueve y media de la noche…) estoy convencida de que esta película ha de  ser especialmente espantosa para aquellas personas que, al igual que el pequeño Tyler, sufren de misofobia: miedo intenso y patológico a la suciedad y los gérmenes. A mí, que soy “normalmente” escrupulosa, me horripiló la escena del abuelo, el nieto y el pañal. Y ya no cuento más. Vedla.

Rocio Martinez Bocero. Biblioteca de la Universidad de Málaga.

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